El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla.
La filosofía es casi siempre una teoría literaria del mundo; por el camino de las palabras podemos seguir hacia lo infinito.
Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad.
La política ha dejado de ser una política de ideales para convertirse en una política de programas.
Ser humano exige ver lo perecedero y el mismo perecimiento como elementos de nuestra propia condición.
Es difícil ser bueno y fuerte a la vez. Y, por lo común, cuando más fuertes se es menos razón se tiene.
La separación entre cultura y política es en sí misma perversa.
El miedo a la delincuencia es el síndrome de la derecha.
¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque… y al loro!