Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.
La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte.
Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo.
Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio.
La verdad es un ácido corrosivo que salpica casi siempre al que la maneja.
El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.
Nos quejamos de los amigos porque exigimos de ellos más de lo que pueden dar.
La simpatía es muy frecuentemente un prejuicio sentimental basado en la idea de que la cara es el espejo del alma.
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