Ándeme yo caliente y ríase la gente.
De este real paraíso verde jaula es un laurel de tres dulces ruiseñores que cantan a dos y a tres.
Las palabras, cera; las obras acero.
Si basta un solo cabello para atar mi voluntad, sin que haya necesidad de echarme cadena al cuello.
Vivid felices, largo curso de edad nunca prolijo; y si prolijo, en nudos amorosos siempre vivid esposos.
A batallas de amor, campo de pluma.
Hasta la sabiduría vende la Universidad.
Dulces guerras de amor y dulces paces.
La dama que llama al paje, dejó en la cama a su esposo y le halló, de celoso, más helado que el potaje.
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